Me cuenta mi madre (porque yo por aquellos tiempos todavía estaba en la mente divina, como decía mi profesor de dibujo y pintura Pedro A. Hernanz) que cuando ella era una chiquilla, los niños torrellaneros iban a clase a las Escuelas Nacionales, que estaban ubicadas donde hoy se encuentran la biblioteca y el dispensario médico, en la actual Plaza del Mestre Cutillas (plaza que por aquel entonces sólo era un solar de tierra, y maestro que no tuve la suerte de tener pero que sé que es muy conocido y apreciado en el pueblo, tanto como para haber dado nombre a una de nuestras plazas). Cuando yo empecé a ir al colegio ya no se iba a las escuelas viejas pero recuerdo que mi hermano mayor iba allí a clases de judo con Romualdo y yo a clases de gimnasia rítmica con Loli Herrera, así que también tengo en mi memoria el aspecto que tenían las instalaciones antes de que las modificaran el paso del tiempo y la mano del hombre.
Como mandaba la norma del momento, los niños y las niñas iban a clases separadas, y había tan pocos alumnos (porque Torrellano todavía era una pedanía muy reducida) que en la misma clase se juntaban chiquillos de todas las edades. Había un maestro para los niños y una maestra para las niñas. El maestro vivía en una casita que había adosada a la izquierda de las escuelas, que hoy forma parte del centro médico, y la maestra en una casita adosada a la parte de la derecha, donde hoy se encuentra el centro de atención al ciudadano.
En los años en que mi madre fue al colegio, el maestro se llamaba don José, de él mi madre tiene menos recuerdo porque, naturalmente, ella iba con la maestra a la clase de las niñas. De la maestra sí se acuerda bien, y además con mucho cariño. La llamaban doña Pilar y es la madre de nuestro también muy querido maestro D. José Toro. Mientras le pregunto a mi madre todo esto la veo recordar con cariño a doña Pilar, a sus compañeras, la leche en polvo que les preparaban, el Parvulito, la Enciclopedia Álvarez, las canicas y demás juegos de niños...
En esta fotografía de principios de la década de los 60 podemos ver a doña Pilar con sus alumnas, entre las que se encuentra mi madre, Mari Carmen Gaona, y otras niñas torrellaneras de aquella época como MªEugenia, Finita, Vicentina, Leonor, Ilumi, Mª Ángeles, Mª Carmen, Mª Nieves, Luisa, Mª del Mar, Rosi, Margarita, Mª Asunción, Angelita, Teresita, etc.
El hijo de doña Pilar, don José Toro, sí que fue ya maestro en mis tiempos de colegio, pero no tuve la suerte de tenerlo en ningún curso. Mi hermano Miguel ('Miguelito', como don José le dice) sí lo tuvo, y más tarde lo tendría también mi hermano Dani, ambos le guardan un cariño especial, y sé que don José también los aprecia mucho.
En esta fotografía de la década de los 80 podemos ver a don José con sus alumnos, entre los que se encuentra mi hermano Miguel y sus compañeros Ángel, Brígido, Jesús, Ester, Sanchís, Durá, Ani, Jorge, Óscar, Mercedes, etc.
Don José ha sido, es y será una de las personas más conocidas y apreciadas en el pueblo. Maestro, escritor, pintor... persona comprometida con la sociedad y hasta fundador de una ONGD (Mapayn Mundi: Movimiento alicantino pro ancianos y niños del mundo) que buena ayuda ha prestado y sigue prestando en Perú.
No tuve como maestro a don José pero sí tuve en cambio a su esposa, a doña Elvira, y además la recuerdo con muchísimo cariño porque fue mi primera maestra cuando empecé mi andadura colegial con cuatro añitos, allá por el año 80, en el entonces C.P. San Fernando (hoy C.P. Antonio Machado). La recuerdo como una mujer firme, con carácter, entregada a su trabajo y a sus niños. Y mira tú qué cosas que también en el instituto volví a encontrarme con un componente de esta familia de educadores, José Toro hijo, que igualmente se ha dedicado a la docencia, esta vez de secundaria. Precisamente hizo las prácticas en el instituto San Blas de Alicante en el que yo estudié y me dio alguna clase que otra, cosa que me hizo verdadera ilusión porque fue como volver a encontrar un cachito de Torrellano y de mis buenos recuerdos de la infancia concentrados en aquel chico joven recién salido de la Universidad, que venía, siguiendo los pasos de varias generaciones, a dedicar su vida a la difícil tarea de la enseñanza.
A mí me ha gustado mucho ir al colegio y estudiar. Ya desde el primer día, mientras muchos niños y niñas se lo pasaron llorando y queriéndose marchar a casa, yo sentí el placer de sentarme en las sillitas de madera y aquellas mesas que recuerdo hexagonales y escuchar a la maestra que con tanta dedicación nos hablaba, y mirar la pizarra, y pintar... Recuerdo con mucho cariño a todos los maestros que tuve en la escuela, a Elvira, Lilén, Jesús Marcos, Jaime, Carmencita, Jesús Vicente, Miguel Ángel, Jesús Santos, Cartagena... Especial cariño le he tenido y le tengo a Jesús Marcos, que ha sido el maestro que más años he tenido en el colegio, cariñoso y buena persona, lo recuerdo atándome el poncho o los cordones de los zapatos y repartiéndonos a todos piedras de caramelo. Y, por supuesto, también recuerdo con cariño a aquellos niños que me acompañaron en clase durante tantos años: Mª del Mar M., Sofi, Caye, Alicia, Rafa, Ana, Mª del Mar N., Tina, Sergio, Paco, Luis Alberto, Juan Antonio, Ester, Rosa, Eva, Manolo, Rosi, Vane, Mari, etc.
Aquí estamos fotografiados los alumnos de 1ºA de E.G.B. del C.P. Antonio Machado (actual C.P. La Paz) del año 1982. Lástima que quien hizo la foto se centró en los niños y no se dio cuenta de que cortaba a nuestro maestro, que por aquel entonces era Jesús Marcos.
Y como colofón me quedo con una imagen... una pintura que me emocionó mucho cuando la vi por primera vez en un folleto de Mapayn Mundi, una pintura de don José Toro de una barquita que lleva escrito el nombre de 'Elvira' en el costado... Cada vez que hojeo el folleto mi mirada termina posándose en esta barquita y me viene a la mente mi infancia, mis compañeros, mis maestros, mi colegio... y no puedo más que sentir un inmenso agradecimiento hacia todos aquellos hombres y mujeres que dedicaron y dedican su tiempo a educarnos, formarnos y prepararnos lo mejor posible para la vida. Gracias.
Publicado en El Crisol, nº 26, octubre-noviembre 2006.
8 comentarios:
El Gobierno Español te ha pagado por este artículo en compensación por habernos bajado los sueldos a los profes.
Yo trabajo asumiendo que ellos nos odian por robarles su tiempo y atiborrarles el cerebro. Me quedo sin palabras.
Deberías ser profe.
Has hecho un recorrido emocionado y emocionante por tus recuerdos más tiernos y has transmitido de forma excelente esa ternura. "Vivir es ver volver", decía el maestro Azorín. Y a la infancia regresamos una y otra vez a beber del agua de la fuente.
Besicos
¡Jajajajaja! ¡Irela, eres la monda!
La verdad es que sí, que debería ser profe, me encantaría, es mi profesión frustrada :-)
Y no creo que los alumnos odien a sus profesores, alguno seguro que sí, pero la mayoría estoy segura de que no, y hasta hay gente como yo, que les guardamos mucho cariño incluso con el paso del tiempo, y eso ya vale la pena.
Gracias por tu visitica.
Un abrazo
Querido Prometeo:
Gracias por la acertada frase de Azorín y por tus siempre amables palabras.
Es un honor para mí que me leas y más aún que te guste lo que has leído :-)
Besicos
¡Hola! Me ha gustado mucho este trocito de blog. ¡Y mira por dónde sale en la foto mi hermano Paco! Me ha traído recuerdos de mi infancia, del cole, de los profes...
Sigue escribiendo, que lo haces muy bien.
Saludos,
Mari
Hola Mari. Me alegro mucho de que te haya gustado. Muchas gracias por tus bonitas palabras. Es un placer para mí haberte traído buenos recuerdos :-)
Visítame cuando gustes, yo estaré encantada.
Saludos.
Mari Carmen, tu artículo resulta emocionante, seguro que tus profesores te recuerdan con el mísmo cariño
Muchas gracias por tus palabras, Alberto. Me alegra mucho saber que te ha gustado.
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